Jardinería Ética

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 ¿QUÉ ES LA JARDINERÍA ÉTICA?

 

LA JARDINERÍA ÉTICA PUEDE ENTENDERSE COMO LA QUE TIENE EN CUENTA DE FORMA INTEGRAL TANTO ASPECTOS ECOLÓGICOS COMO SOCIALES.

 

FUNDAMENTACIÓN

En los últimos años el mundo ha sufrido una exagerada y desproporcionada explotación de los recursos naturales sin precedentes en la historia de la Humanidad[1]. La actual capacidad de la especie humana para explotar estos recursos a escala mundial y producir una transformación de nuestro medio ambiente ha provocado la aparición de grandes problemas ambientales, tanto locales como globales. La humanidad está rompiendo el binomio persona-territorio, ignorando que está asentando las bases de su propia destrucción, desafiando incluso algunas de las principales leyes naturales, entre ellas la del respeto a la Tierra y a sus ciclos naturales. Está rompiendo el equilibrio armónico que le ligaba a los demás seres vivos, a los ecosistemas y a la Tierra. Está olvidando su responsabilidad con el enorme legado que representa la naturaleza. Está quebrando este equilibro sin tener todavía un conocimiento suficiente para comprender la enorme complejidad que presenta la biosfera y las afecciones que en ella está produciendo, muchas de ellas irreversibles. Parece no darse cuenta ni comprender las trascendentes consecuencias que sus comportamientos están causando en el presente y pueden causar en el futuro.

 

…que la tierra es una comunidad, ése es el concepto básico de la ecología; pero que debemos amar la tierra y respetarla, eso es una ampliación de la ética.

(Aldo Leopold, 1949)

 

La persona no ha escuchado que la biosfera representa una preciosa sinfonía, de belleza inigualable, tocada de modo armónico y melodioso por una multitud de afinados instrumentos y que cualquier cambio en uno de éstos, en un elemento del medio ambiente, provoca ya la desafinación y pérdida de la belleza concebida en su música. Desgraciadamente son muchos los instrumentos que en la actualidad están desafinando e incluso desapareciendo de la orquesta, corriendo el riesgo de afectar y corromper definitivamente esta maravillosa música transformándola en un desordenado e inútil ruido. En definitiva, la especie humana, de forma pretenciosa, ha querido controlar los procesos ambientales, inconsciente de la dificultad intrínseca que presenta este cometido. Ha pretendido utilizar la naturaleza reduciéndola a mera mercancía, mero recurso del que puede disponer a su antojo, olvidándose de su papel gestor, de su papel custodio y de que es su propia existencia, su propio ser, el que está en juego. La especie humana ha olvidado de que es con la Vida con lo que está jugando, tratando de imponer sus propias reglas a las naturales. Parecen olvidar que cada vez que atenta contra la Vida están atentando contra sí mismo. Y es que ontogénicamente las personas estamos unidas enteramente, indisolublemente, radicalmente, a nuestro medio ambiente. Si la biosfera muere, si sus plantas, si sus animales mueren, nosotros moriremos también.

Las repercusiones de estos graves problemas ambientales sobre la salud y vida de las personas son patentes, a la vez que es cada vez más imperiosa la necesidad de poner remedio a los enormes impactos ambientales que las personas están causando en el planeta. Para abordar de forma adecuada la solución o minimización de estos impactos ambientales, de estos efectos negativos sobre el medio ambiente, tenemos que ser conscientes de que necesitamos de soluciones complejas, integrales y globales, que incluyan una consideración holística del medio ambiente. Sólo así podemos ser conscientes de la multitud de elementos del medio ambiente a los que estamos afectando directa o indirectamente y pensar en cómo podemos evitar o reducir en la medida de lo posible dichos efectos. Esta forma de pensar es la que podemos utilizar en el paradigma propuesto por el desarrollo sostenible, compatibilizando el desarrollo con el respeto a los recursos naturales, a la Tierra, a la Vida.

Pero esta forma de desarrollo, este llamado desarrollo sostenible, plantea un problema conceptual y es que no incluye límites ni define exactamente qué se considera un desarrollo sostenible[2] y qué no lo es. Entre otros requisitos no clarifica la dimensión de las necesidades que tendrán las generaciones futuras. Por eso, al no definir límites, se hace necesario buscar referencias éticas y morales que delimiten, que enmarquen, el desarrollo de nuestras actividades humanas.

Entre las múltiples actividades que la humanidad realiza en la actualidad y que afectan a nuestro entorno se encuentra la jardinería. Esta actividad viene realizándose desde antiguo, pero en los últimos años ha alcanzado una gran significación, debido a la creación de numerosas zonas verdes, parques y jardines en las entidades locales y al aumento de la vivienda unifamiliar con jardín. Esta labor jardinera tiene consecuencias sobre el medio ambiente y no sólo en su fase de creación, sino también en sus posteriores fases de mantenimiento.

Hasta ahora el desarrollo sostenible en el ámbito de la jardinería estaba implementándose a través de la denominada jardinería ecológica, que implica el ejercicio de buenas prácticas medioambientales. Y eso está muy bien. Tener en cuenta el medio ambiente en todas y cada una de las fases de creación del jardín y de su mantenimiento puede hacer que poco a poco avancemos hacia una conciencia responsable y respetuosa con nuestro planeta y a la mejora de nuestros recursos naturales. Estas buenas prácticas están incluso afectando al estilo de diseño del jardín. Cambiar diseños de jardín de estilo inglés, grandes consumidores de agua, por otros diseños de jardín ecológico como el xerojardín, puede hacer que poco a poco nuestro medio ambiente, y por lo tanto nosotros mismos, vayamos mejorando.

Pero no basta con tomar conciencia sólo de los criterios ecológicos. En esa dualidad ontogénica persona-medio ambiente no podemos bascular únicamente hacia el término medio ambiente. No podemos olvidar el término persona. O al menos, no podemos excluirla de la visión ecológica. Por eso se trata de integrar también los aspectos sociales a la labor jardinera. Se trata de incluir lo social, ¡cómo no!, en lo ecológico, dándole el protagonismo que merece.

El modo de vida de la sociedad occidental actual, condicionada por un marcado neoliberalismo y un consumismo desaforado, apoyados además de forma intensa por la publicidad, también causa una serie de problemas sociales, posiblemente más acusados en las ciudades. La aparición de un colectivo de exclusión social o en riesgo de exclusión social en lo que Novo[3] (2003) denomina el cuarto mundo, hace todavía más acuciante tener en cuenta esta problemática social-ambiental en todas nuestras actividades. Por eso la jardinería no puede ser ajena a estos problemas y debe tomar conciencia de los grandes beneficios (obviamente no nos referimos a beneficios económicos) que su desarrollo puede proporcionar a las personas.

Entre estos beneficios se encuentran los de ambientalizar las ciudades, creando vida donde no la hay, regenerando espacios degradados, creando espacios de bienestar que puedan cumplir, aunque en ocasiones de forma parcial, las funciones propias de los jardines que las personas necesitan, como la de acercamiento a la vida natural, la de proporcionar descanso, paz, tranquilidad, juego, alegría, contemplación, socialización. Los jardines y zonas verdes pueden de esta manera ayudar, en definitiva, a rehumanizar la sociedad, ayudando a reconstruir el binomio persona-medio ambiente y recuperar la alienación sufrida.

En definitiva los jardines pueden aportar  muchos beneficios, consecuencia del fomento de valores en las personas. Estos valores son los que ayudan a que las personas sean mejores, que vayan creciendo positivamente, que se realicen de la mejor forma posible y así se consigan sociedades más justas, equilibradas y humanas, defensoras de la Vida en todas sus dimensiones.

Con el objetivo de ayudar a construir ese mundo mejor que recupere el papel que juega el medio ambiente en la vida de las personas,  se quiere denominar y conceptualizar con el término de jardinería ética al tipo de jardinería que tenga en cuenta en el desarrollo de su actividad tanto aspectos ecológicos como sociales.

 

Una cosa está bien mientras tiende a preservar la integridad, estabilidad y la belleza de la comunidad biótica. Está mala, si tiende a hacer lo contrario.

(Aldo Leopold, 1949)

 

10 PRINCIPIOS DE LA JARDINERÍA ÉTICA

La jardinería ética, como jardinería que integra y desarrolla aspectos ecológicos y humanos, necesita ser definida por un código de prácticas basada en principios éticos. Más teniendo en cuenta la época de relativismo moral que impera en nuestra sociedad occidental. Necesita establecer unos criterios y límites que definan su campo de actuación y que señalen la dirección a seguir de forma que haga saltar las “alarmas” cuando nos desviemos del camino. La jardinería ética nos marca un camino a seguir que debe llevarnos hacia una mejor convivencia y un mejor bienestar ambiental, y, por consiguiente, hacia un mejor bienestar social. Ésta sería su finalidad: fomentar a través de la jardinería un mayor bienestar personal y social, mediante el ejercicio de la responsabilidad, el respeto al medio ambiente y el respeto a los demás.

Por eso la jardinería ética debe basarse en una escalera de valores ambientales y sociales que propongan un código de conducta, un conjunto de buenas prácticas éticas, que nos dirijan hacia esa realización personal y bienestar social. Estos valores deben enmarcar las principales estrategias, directrices y actuaciones de las distintas labores desarrolladas en jardinería. Además deben contemplarse integralmente en todas las fases de la actividad jardinera: desde la fase de realización de un proyecto de creación hasta la fase de mantenimiento de un jardín. En concreto se han escogido 10 de ellos, los considerados más principales, que se exponen en los párrafos siguientes. Estos principios y valores no se exponen aquí como si fueran entidades abstractas e inalcanzables. No son sólo valores teóricos, sino que requieren su puesta en práctica. Es a través de la realización de actuaciones concretas, a través de su práctica diaria, como iremos interiorizando y desarrollando estos valores. Como se verá, los valores propuestos no son nuevos. Son bien conocidos. Como dice Camps (2013): “No se trata de hablar de nuevos valores, sino de los de siempre, pero adaptados a las situaciones de hoy.”

 

LOS VALORES DE LA JARDINERÍA ÉTICA

 

1.       Responsabilidad

Se considera como pieza clave en el desarrollo de una jardinería ética. La responsabilidad hacia lo que uno debe hacer, bien se trate de una institución, empresa o persona individual, es uno de los principales motores del cambio e incluye tanto la responsabilidad con lo ambiental como la responsabilidad con lo social.

2.       Respeto

La segunda pieza clave. Entendido como la “consideración al otro”, nos enmarca y facilita el camino a seguir en la jardinería ética, haciendo saltar una alarma cuando nos salimos del camino correcto. Este respeto se focaliza hacia la persona y también hacia la naturaleza y todas sus formas de vida.

3.       Libertad

Por supuesto, responsabilidad y respeto sólo pueden ejercerse en un contexto de libertad, valor fundamental y condicionante definitivo para el desarrollo de la persona, para dar lo mejor que podemos dar de nosotros mismos, para alcanzar una plena madurez. La libertad de las personas se concreta y ejercita en la toma de decisiones, teniendo en cuenta una ética ecológica y social.

4.       Igualdad

Es otro valor fundamental que debe aplicarse en la jardinería ética. Igualdad de dignidad entre las personas, independientemente de su género y de sus capacidades. Por eso este tipo de jardinería debe servir para integrar a las personas. Debe proponer la integración de cualquier tipo de colectivo, consciente de que no podemos pretender mejorar la biodiversidad del planeta si no entendemos previamente el valor de la diversidad humana. Por eso, dentro de las diferencias que cada colectivo y cada persona presenta, se potencia en este tipo de jardinería la presencia de una diversidad de jardineros y jardineras, de forma que incluyan colectivos desfavorecidos como discapacidades físicas o psíquicas o sociales, además de tener presente la perspectiva de género.

5.       Participación

Posiblemente desarrollada a través de las tareas de jardinería que requieren el trabajo en equipo y a través de las actividades que pueden desarrollarse en el jardín, también se considera un valor fundamental para fomentar el sentimiento de comunidad de las personas, necesaria para avanzar en la solución de nuestros problemas ambientales y sociales.

6.       Solidaridad

Es otro valor fundamental en la jardinería ética que puede dotar de sentido a muchas de las acciones que se desarrollan durante su ejercicio. Por ejemplo, si se decide ahorrar agua, mediante la instalación de un riego por goteo, es conveniente conocer los motivos por los que se hace. El ahorro de agua se está realizando por respeto al agua, por respeto a los seres vivos que necesitan el agua, pero también por solidaridad hacia las personas, bien de nuestra sociedad o bien de otras partes del mundo, que tienen carencia de este preciado líquido. Además, por supuesto, lo hacemos por nosotros mismos, ya que vamos creciendo personalmente en el valor de responsabilidad, respeto y solidaridad. Vamos siendo mejores personas. Sí, también a través del ahorro de agua. Por eso hay que ahorrar agua siempre.

7.       Amor

El amor hacia los seres vivos, hacia la Tierra y hacia los demás también tiene que estar presente envolviendo las acciones que ejerce la jardinería ética. Obviamente aparece envolviendo el respeto. El amor refuerza el respeto por la alteridad. Es el principal motivo que nos sustenta, gran motor de cambio de comportamientos y actitudes. Si se enfoca bien, puede fomentar la adquisición de hábitos éticos, tanto ambientales como sociales.

8.       Transparencia

La transparencia, para mostrar a la sociedad la correspondencia entre lo que pensamos y lo que decimos y hacemos, supone la comunicación pública a la sociedad de datos referentes a la actividad de la entidad que desarrolla la labor jardinera: bien institución, empresa, centro formativo, entidad sin ánimo de lucro, particulares, etc. Significa no tener miedo a explicar a la sociedad lo que hacemos y cómo lo hacemos, conscientes de actuar de una forma éticamente correcta.

9.       Coherencia

La coherencia entre lo que pensamos, lo que decimos y lo que hacemos supone un valor clave de la jardinería ética La coherencia supone incluir en la misión de la entidad el fomento y práctica de la jardinería ética, de forma que la institución explicite su compromiso con este tipo de jardinería. Una vez establecido el compromiso en su misión, el ejercicio de la coherencia no es tarea fácil. Son múltiples las tareas donde aparece este valor. La coherencia con la preservación de lo ambiental, con la no contaminación, con el respeto a la vida, en ocasiones no es fácil de llevar a cabo. En ocasiones la coherencia para compaginar rendimientos productivos con la promoción de la inclusión social de colectivos más desfavorecidos tampoco lo es.

10.   Compromiso

El compromiso establecido en la misión, no debe ser una frase baladí, sino el eje que sustente nuestra actividad y que la haga diferenciadora de los demás tipos de jardinería. Este compromiso con el ejercicio de la jardinería teniendo en cuenta la perspectiva ambiental y social va a llevar a una forma diferente de realizar la jardinería que puede conllevar situaciones difíciles, ya que en ocasiones creará conflictos con la forma en que nuestra sociedad mayoritariamente entiende el ejercicio de la jardinería. Todo cambio puede conllevar este tipo de conflictos. Puede conllevar el enfrentamiento entre lo que se considera “normalizado” y las nuevas propuestas de una sociedad que avanza. Estos conflictos son normales, posiblemente inevitables para avanzar hacia una jardinería ética que respete de forma integral el medio ambiente y a nosotros y nosotras, que respete lo ecológico y lo social.

 

CARACTERÍSTICAS DE LA JARDINERÍA ÉTICA

Basándonos en la fundamentación y valores expuestos hasta ahora, podemos enmarcar algunas de las principales características de la jardinería ética. En concreto se presenatn 18. Se quiere aclarar aquí que se formulan como tendencias a considerar. La jardinería ética no es un “todo o nada”, implica un camino a recorrer. No es fácil ser coherente con todos sus principios y valores, pero es conveniente irlos teniendo en cuenta para dirigirnos poco a poco hacia el jardín ético. Algunas de estas características son:

  1. Encuentro persona-medio ambiente. La jardinería ética trata de facilitar el encuentro de la persona con el medio ambiente, consciente de las ventajas que la naturaleza puede proporcionar a las personas, entre ellas favorecer su bienestar, descanso, recreo, alegría y felicidad.
  2. Promoción del medio ambiente. Está orientada hacia la conservación y promoción del medio ambiente. Esto significa que se configura con espíritu de mantener la Vida existente y de permitir la regeneración de nueva vida siempre que sea posible. Por eso evitará  la destrucción de los ecosistemas naturales autóctonos y procurará la ambientalización, mediante la promoción de jardines y zonas verdes en las áreas degradadas o urbanizadas.
  3. Reducción de impacto ambiental. Tiende a no realizar o reducir el impacto ambiental negativo causado tanto en la creación de jardines como en su utilización, incluidas las labores de mantenimiento. Al contrario, tiende a potenciar los aspectos ambientales positivos que su creación y mantenimiento pueden ocasionar en el medio ambiente y en las personas.
  4. Es creativa. La jardinería ética es creativa y está abierta a nuevas propuestas y técnicas de gestión, creación y mantenimiento que tengan en cuenta los criterios sociales y ambientales. No se cierra a nada, ni renuncia a nada. Replantea modelos y técnicas aceptados y no tiene prejuicios ni miedos al cambio.
  5. Jardín como ecosistema. Considera al jardín, ya desde la fase de diseño, como un ecosistema maduro al que se llegará al cabo de los años. Por eso no tiene prisa en alcanzar sus objetivos estéticos, ambientales ni sociales. El diseño de jardines se realizará teniendo en cuenta la naturalización del jardín.
  6. Especies autóctonas. Procurará trabajar con especies autóctonas consciente de que son las más adaptadas al suelo y clima del jardín y, por lo tanto, una vez establecidas, es probable que vivan mejor y más tiempo, necesitando menos cuidados y menos inputs que especies alóctonas. Empleando especies autóctonas estamos ayudando a conservar el patrimonio genético.
  7. Aumento de biodiversidad. Intenta preservar las especies animales y vegetales que se encuentren en el lugar en el que se implantará el jardín, cualquiera que sea su grupo de pertenencia. Además promueve el aumento de la biodiversidad vegetal y animal, de manera que intentará realizar diseños que faciliten esa tarea. Debe huir de lo monoespecífico y tender a la utilización del máximo de especies vegetales. Debe aumentar el número de diferentes estratos, portes, nichos, que puedan albergar un mayor número de especies animales: aves, abejas, insectos, fauna del suelo y de las plantas, micromamíferos, etc., conscientes del equilibrio ecológico que puede alcanzarse en un jardín maduro teniendo en cuenta del papel que cada elemento desempeña en el ecosistema jardín.
  8. Control natural de enfermedades. Relativiza las enfermedades de las plantas, intentando la prevención y regulación fitosanitaria natural de las enfermedades, el control de plagas, de los diversos agentes infecciosos y de las poblaciones fitófagas.
  9. Gestión integral de agua. Se intentará realizar una gestión del agua de forma integral, considerando la reducción y optimización de su consumo.
  10. Respeto al suelo. El respeto al suelo se considera fundamental. El suelo es el gran olvidado de los ecosistemas. Por eso la jardinería ética lo respeta y tiene mucho cuidado en no destruirlo ni contaminarlo, intentando conservar su fertilidad y la actividad biológica que en él se desarrolla.
  11. Recursos naturales. Pretende reducir y optimizar la utilización de recursos  y energía, consciente del coste ambiental que la producción y utilización de estos recursos puede causar. Presta especial atención a los recursos naturales, intentando su conservación y optimización en su uso.
  12. Gestión responsable de  residuos, vertidos y emisiones. La gestión de residuos, vertidos y emisiones debe realizarse con responsabilidad, teniendo en cuenta el respeto al medio ambiente. Por eso se procurará su minimización. En la medida de lo posible se tenderá a su reutilización y, como última medida, a su reciclaje.
  13. Promoción del desarrollo local. Intentará promover el desarrollo local, endógeno, de forma que intentará buscar proveedores locales, intentando minimizar los transportes de los productos.
  14. Fomento de la Responsabilidad Social Corporativa. Incorpora la Responsabilidad Social Corporativa (RSC), de empresas, entidades locales y diversas entidades para poder llevarla a cabo. Incluye así en su gestión, si fuera posible, desde la concepción del proyecto, a colectivos desfavorecidos, discapacitados físicos, psíquicos o sociales.
  15. Prevenir los riesgos laborales. Incorpora la prevención de riesgos laborales en el jardín.
  16. Igualdad. Tiene presente la igualdad de las personas, la de género entre otras, tanto en su diseño como en las labores de mantenimiento a realizar.
  17. Socialización. Proporciona un valor añadido a los jardines para que sirvan como escenario de dinamización sociocultural de la comunidad, como espacio de socialización.
  18. Educación ambiental. Promueve la educación ambiental de la población. La educación se considera un factor fundamental para favorecer la comprensión de las personas de la importancia que el medio ambiente tiene en nuestras vidas. A través de la jardinería, del conocimiento de los jardines, podemos ayudar a que las personas interaccionen con el medio ambiente y se conciencien así de la necesidad de su conservación.

 

 

“Si supiera que el mundo se acaba mañana, yo, hoy todavía, plantaría un árbol”

(Martin Luther King)

 

BUENAS PRÁCTICAS DE LA JARDINERÍA ÉTICA

A continuación se exponen algunas buenas prácticas propuestas por la jardinería ética. Este apartado no quiere ser un “libro de recetas”. Cada jardín es diferente y presentará circunstancias particulares. La realidad de cada caso se impone. Por eso somos conscientes de que lo que se propone aquí son aspectos a considerar para poder tender hacia una jardinería ética. Obviamente pueden ser muchas más en función de la creatividad de los jardineros/as. La jardinería ética debe construirse con la participación y experiencias que vayan realizándose entre todos y todas:

Diseño

  • Favorecer un diseño de jardín con diversificación de ambientes.
  • Intentar dejar que el jardín crezca de forma natural, respetando el porte de las especies vegetales y considerando el tamaño final que alcanzarán. En ocasiones esta característica está mal planificada o no se ha tenido en cuenta e implica que posteriormente haya que trasplantar algún individuo que se ha plantado demasiado cerca de otro, con el riesgo de muerte o que directamente se arranque del jardín y el individuo muera. Recordamos aquí que el respeto a la vida es un valor y principio primordial en el jardín ético.
  • En el diseño de jardines se intentará agrupar las plantas por hidrozonas, es decir, agrupar las especies vegetales con requerimientos hídricos similares en una misma zona. Así se facilitará la gestión del riego y una mayor eficiencia, facilitando que cada planta reciba la cantidad de agua que necesita.

 

Plantas

  • Utilizar preferiblemente plantas autóctonas. Las especies autóctonas se cultivarán por semilla o métodos de reproducción asexual como esquejes, etc. No se deben trasplantar individuos, que por algo se encuentran en el sitio donde están. Tampoco se deben utilizar organismos modificados genéticamente.
  • Romper con el término malas hierbas, incorporando las hierbas adventicias al jardín.
  • Replantear la utilización de plantas de flor de temporada. En caso de utilizarlas, procurar utilizar las que sean de origen ecológico y se presenten en contenedores orgánicos, para que se generen menos residuos plásticos.
  • Prestar especial atención a las temporadas adecuadas de plantación de las especies vegetales. Una plantación en una época no conveniente en un formato a raíz desnuda o en cepellón, puede conllevar la muerte de la especie vegetal.

 

Céspedes

  • En la creación y recebo de céspedes tender a utilizar principalmente céspedes autóctonos, rústicos, más resistentes al estrés hídrico y que incluyan especies que fijen el nitrógeno al suelo.

 

Maquinaria

  • Desaconsejar la utilización de maquinaria por su uso de combustibles fósiles, conscientes del impacto ambiental negativo que causan, la contaminación atmosférica que contribuyen al efecto invernadero y las repercusiones sociales negativas, incluidos conflictos y guerras, que generan. Además pueden producir contaminación acústica y contienen elementos que pueden producir vertidos contaminantes como líquido de frenos, refrigerantes, etc.
  • Planificar los recorridos en vehículos para intentar optimizar el gasto de combustible. en el transporte.
  • Tener en cuenta también el gasto ambiental en la adquisición de la herramienta, maquinaria y material necesario, de forma que considere criterios de durabilidad, de cuidado y de contaminación en su producción. Además debe procurar su bajo consumo de combustibles fósiles, aceites, etc. y que se minimice la contaminación que produzca su utilización.
  • Realizar una revisión regular de maquinaria, herramienta, sistema de riego y equipos, puede evitar accidentes laborales y reducir el consumo de combustible y aceite y el impacto sobre las especies vegetales y fauna del jardín. El mantenimiento preventivo es fundamental para prevenir averías y optimizar la herramienta y maquinaria.

 

Mantenimiento

  • Relativizar la realización de labores de desbroce, ya que conlleva un gasto importante de aceites y de combustible fósil y de que no respeta el ciclo vital de las especies vegetales. Éstas pronto volverán a crecer, siendo necesario realizar varios ciclos de desbroce anuales. Aplicar la creatividad a estas labores, bien con desbroce manual con guadaña o bien mediante la ordenación y dimensionado de los espacios a desbrozar, o bien mediante el cambio de criterios estéticos que incorporen la flora autóctona a los jardines pueden ayudar a disminuir el desbrozado mecánico de la vegetación en los jardines.
  • Relativizar el corte de césped. Sin renunciar a que el césped desempeñe las funciones para las que ha sido implementado, debe intentar aumentar la altura de corte. Así se producirán muchas ventajas ambientales y de gestión en el jardín. Reducirá así el uso de combustibles fósiles y de aceite, la planta aumentará la profundidad de su raíz, resistiendo así mejor al estrés hídrico, generaremos menos residuos orgánicos, la planta estará más protegida frente a ataques patógenos, será necesario abonar menos, etc. En superficies pequeñas pueden emplearse cortacéspedes manuales, sin consumo de combustibles fósiles. Se recomienda que el cortacésped deje los restos troceados en el mismo jardín, así se cerrará el ciclo de la materia y se abonará menos.
  • Las hojas caídas fundamentalmente en otoño hay que valorar si se dejan en el jardín o no, según sea el tipo de jardín o zona verde y la labora que desempeñen. Hay que procurar que se queden allí. Cuando se descompongan cierran el ciclo de la materia orgánica. En sitios transitados pueden ser peligrosas por caídas. Entonces hay que valorar su retirada. No dar por supuesto, porque todos lo hacen, que hay que retirarlas sí o sí y siempre.
  • Realizar sólo podas de formación, evitando las podas drásticas y la topiaria, siempre sin renunciar al objetivo estético.
  • Abonar principalmente con abono orgánico, generado a partir de excrementos animales o compostaje. Si se utilizan abonos minerales, es preferible consumir los de origen natural.
  • Desaconsejar la utilización de biocidas, de abonos sintéticos y de las sustancias que puedan causar un efecto negativo sobre los diferentes elementos del medio natural, sobre hábitat y sobre las especies. En caso de necesidad, utilizar los de certificación ecológica.

 

Residuos

  • Evitar el uso de plásticos. Intentar utilizar envases fabricados con materiales reciclados, biodegradables o que faciliten su gestión. Reducir envoltorios, cajas, etc. sin utilidad.
  • En la plantación de especies en contenedor, utiliza las que se presenten en contenedores biodegradables.
  • Elegir materiales sin tratamientos o con tratamientos no tóxicos ni peligrosos.
  • Manejar y gestionar de forma adecuada los residuos, emisiones y vertidos para evitar daños ambientales y a la salud de las personas.
  • Evitar el uso de aerosoles.
  • Gestionar los residuos orgánicos para compostarlos, incluyendo tierras y sustratos obtenidos en la gestión jardinera. De esta forma se ayuda a cerrar el ciclo de la materia orgánica.

 

Recursos

  • Utilizar, en lo posible, materiales y productos con certificación ecológica y producidos por colectivos desfavorecidos.
  • Procurar no utilizar turbas ni sustratos donde se esté generando un impacto ambiental en su extracción.
  • Si se utiliza geotextiles y material cobertor, procurar que sean de tipo orgánico, para que puedan descomponerse una vez hayan cumplido su función, y cerrar así el ciclo de la materia orgánica.

Suelo

  • Evitar modificaciones de la topografía que puedan favorecer la pérdida de suelo por erosión.
  • Tender a no cambiar las propiedades estructurales ni físico-químicas del suelo, intentando buscar especies vegetales que se adapten a sus características, más que cambiar el suelo para que se adapte a los requerimientos las especies que hemos elegido. También procurará que esté el menor tiempo posible sin cobertura vegetal, para evitar la erosión.

 

Riego

  • Utilizar sistemas de riego eficientes. Se intentará contar con sensores de lluvia. Además, siempre que sea posible se intentará almacenar en depósitos el agua de lluvia, para poder utilizarla en el riego de las especies vegetales.

 

Prevención de riesgos

  • Utiliza los Equipos de protección individual (EPIs) necesarios.
  • Ropa de trabajo: asegurar que todo el proceso de producción se ha hecho cumpliendo criterios ambientales y sociales

 

Social

  • Utilizar el jardín como elemento de dinamización sociocultural, de integración, proponiendo actividades en él
  • Utilizar el medio ambiente que nos proporcionan los jardines para promover la Educación Ambiental de la población, bien de manera informal o mediante programas específicos que ayuden a hacer comprender a las personas su relación con el medio natural y la manera correcta de relacionarse con él.

 



[1] En los últimos 30 años ha desaparecido aproximadamente el 10 % de los recursos naturales del planeta.

[2] No dimensiona exactamente cuáles serán las necesidades de las generaciones futuras, ni propone modelos concretos de gestión ambiental o socioambiental.

[3] En referencia a una población pobre conviviendo en la riqueza de una ciudad del primer mundo.

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